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- Angelines, ¿qué es esta estatua?
- Pues esta estatua representa la figura de un pastor.
- ¿Y había muchos pastores?
- Sí, había pastores y pastoras. Íbamos también las mujeres a guardar las ovejas. Había en cada casa un rebaño, y éramos muchos en el pueblo. Llegamos a ser treinta pastoras.
- ¿Cuántos años tenías tú cuando te tocaba con las ovejas?
- Pues unos diecisiete o así. Entonces antes habían ido otras hermanas y yo también pues tenía que ayudar en casa. En invierno se iba por el día. Estaba la taina, que es como una choza, pero grande, hecha de piedra y el techo de paja. Entonces, allí se cerraban por la noche para que estuvieran resguardadas. Por el día las soltábamos hasta por la tarde, al ponerse el sol las volvíamos a cerrar. Entonces en verano por aquí era costumbre de tenerlas un par de meses o dos meses y medio, por el campo por la noche y por el día cerradas. Cada rebaño llevaba cencerros diferentes. Entonces, cada uno conocíamos los cencerros de nuestro rebaño y ya cuando despertabas o te habías despistado conocías por dónde iban.
- Y las ovejas ¿para qué las teníais?
- Pues las teníamos para lana. Daban lana. Se las esquilaba en el mes de junio. La mayoría se vendía y la otra con ella hacíamos jerséis, calcetines, escarpines, que decían las abuelas, para abrigarnos. Y luego también pues tenían corderos que se criaban y se vendían. Alguno se mataba, también alguna oveja. Era carne también para comer. Valían para todo.
- ¿Ahora hay ovejas?
- Sí, creo que queda un rebaño, bastante grande. Es que antes los rebaños que teníamos eran más pequeños. Por la noche veíamos el cielo y además pues conocíamos los signos que salían. Salían las tres Marías, que eran tres estrellas una debajo de otra. Luego salía la cruz de la Caravaca, que tiene dos travesaños. Luego salían los Astillejos y entonces ya es que iba a amanecer.
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Romance de la loba parda
Angelines, recordando sus tiempos de juventud pastoreando, recita ante su sobrino Diego el Romance de la loba parda, incluida dentro del libro de Ramón Menéndez Pidal Flor nueva de romances viejos. Posiblemente los pastores trashumantes lo difundieron en sus andanzas por las dos Castillas.